EN LA CIMA DE MIS PROBLEMAS

Por: Daniel Acosta

“Jesús acompañado de Pedro, Juan y Jacobo, subió a una MONTAÑA a orar, mientras oraba, su rostro se transformó, y su ropa se tornó blanca y radiante. Y aparecieron dos personajes – Moisés y Elías – que conversaban con Jesús (…). Entonces de la nube salió una voz que dijo “Este es mi hijo elegido: escúchenlo”.

Lucas 9:28-35 (NVI)

El momento más difícil en la vida de Jesús se acercaba y aunque el problema se veía más grande que una montaña, este no fue impedimento para que Jesús la subiera. Sin embargo, subir hasta la cima del problema solo era la mitad del camino porque el resto del ASCENSO solo se podía hacer con ORACIÓN.

¿Alguna vez subiste a la cima de una montaña?

Cuando uno llega a la cima todo lo de abajo se ve pequeño, las grandes cosas que tenemos abajo, se convierten en insignificantes desde lo alto. ¿Te imaginas cómo se verá desde el Cielo? Hay una escena en la película “Rebelde sin causa” (Nicholas Ray de 1955) en la que los alumnos están en un observatorio astronómico y el profesor les dice:

“En la inmensidad de nuestro universo y de las galaxias lejanas se podrá prescindir de la Tierra, a través de la infinidad del espacio, los problemas del hombre parecen triviales e infantiles…”

¿Lo entiendes? desde la perspectiva de Dios, que está por sobre todo del TODO, nuestros problemas no son un obstáculo para Él.

En la vida siempre tendremos MONTAÑAS (es decir, PROBLEMAS) que escalar; al querer avanzar en la vida, nos encontramos con problemas y obstáculos, nos preocupamos, buscamos soluciones, e incluso llegamos a experimentar estrés, hasta que finalmente nos rendimos y preferimos poner nuestra fe en la sabiduría de Dios. Por algo la Biblia nos dice que con la FE podemos mover MONTAÑAS (Mateo 17:20).

«Llegar a la cima del problema es solo la mitad del camino, porque el resto del ascenso solo se logra con oración»

Pero en el caso de Jesús, tres hombres aceptaron sin excusas, hacer el esfuerzo de subir la montaña con el propósito de orar y estando allá arriba lo que vieron los dejó maravillados.

“… mientras ORABA, su rostro se transformó, y su ropa se tornó blanca y radiante…”

Los tres discípulos de Jesús, no solo lo vieron transformarse, sino que también vieron a Moisés y Elías. Ellos fueron testigos de lo que tanto escucharon hablar: El Reino de Dios. Para estos tres mortales ya no importaba lo complicado que había sido subir la montaña, su agitación pasó del cansancio a la emoción, el dolor muscular por la subida ya no se sintió, sus ojos se agrandaron al igual que su corazón y su fe. Ellos se volvieron niños del alma sin saber qué hacer o decir, lo que para algunos incrédulos podría parecer un cuento o una fábula oír sobre el Reino de Dios, ellos lo vieron. Ahora tenemos tres testigos que vieron el Reino de Dios, no era necesario morir para verlo, lo estaban viendo en vivo y en directo, y cuando la emoción ya era tanta, que podrían desmayarse: ¡OYERON LA VOZ DE DIOS!

Ante una experiencia así, cualquier problema deja de serlo, Dios se hizo presente en sus vidas. Cuando uno ora con fervor desde el corazón, algo cambia en nosotros, la sombra del pesimismo o la angustia se retiran, y somos invadidos por una radiante actitud y confianza en la sabiduría de Dios. La transformación de Jesús es una invitación para transformar nuestras vidas, lo mismo ocurrió con el rostro de Moisés cada vez que subía a la montaña para buscar a su amigo Dios (Éxodo 34:29).

Las montañas siempre existirán en nuestras vidas, cualquier tropezón en la subida no significa una caída, es  más bien una enseñanza que te ayudará a ser más fuerte. Solo arregla tus errores y continúa hacia adelante, y sobre todo, déjate ayudar por aquellos que están a tu lado, recuerda que Jesús no subió solo, se acompañó de tres amigos, eso te animará mucho a seguir esforzándote. No le tengamos miedo a las montañas, porque ellas están ahí para que lidiemos con nuestro orgullo, ejercitan nuestra paciencia, nos ayudan a moldear nuestro carácter y aumentan nuestra fe. Solo viéndolo así, querrás tener días de montañas, porque sabes que Dios te estará esperando en la cima y, cuando llegues a lo más alto, atrévete a abrir la ventana de la oración y así tener una íntima comunión con tu Creador, porque al fin y al cabo, solo con Él podemos hacer frente a cualquier problema.

Reflexión

“Cuando el problema es grande, más grande será nuestra oración”.

¿Cómo son tus tiempos con Dios?

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DANIEL ACOSTA
CREADOR DE CONTENIDO DEVOCIONAL
Disciple Community

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Esta entrada tiene un comentario

  1. Nancy

    Es cierto los problemas no se terminarán , pero ahora comprendo cada vez más que enfrentarlos con Dios es lo mejor. Gracias por ayudarme en este punto…