DIOS, EL MEJOR CIRUJANO

Por Daniel Acosta

“Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo…”

Ezequiel 36:26 (La Biblia, Nueva Traducción Viviente)

Durante años la literatura médica, en varias de sus disciplinas, ha documentado casos de personas trasplantadas del corazón que aseguran haber experimentado recuerdos, emociones, sentimientos, cambios de gustos alimenticios, música, arte e incluso inclinación por una determinada profesión. Lo más llamativo es que esto sucede sin que ninguna de estas personas trasplantadas haya tenido conocimiento previo sobre la vida de sus donantes.

En la antigüedad, se creía que el corazón era el órgano principal responsable de las funciones mentales así como el pensamiento, los sentimientos y la memoria. Esta creencia fue sostenida por filósofos y médicos de la época como Aristóteles, Galeno y Platón. Hoy en día el neurocardiólogo J. Andrew Armour, especializado en el tema, acuñó el término «Cerebro del corazón» al descubrir que el corazón es capaz de producir 40 mil neuronas iguales al cerebro. Esto le permite al corazón tener la capacidad de aprender, recordar, procesar, sentir y percibir de manera autónoma además de enviar información neuronal al cerebro.

Todo esto me lleva a reflexionar en que cuando decimos que «hemos tomado una decisión con el corazón y no con la cabeza», en realidad no se trata de una frase poética, sino que tiene una explicación científica.

Hay muchas cosas que desconocemos del corazón, pero Dios ya nos lo vino diciendo cuando afirmó que «del corazón salen los malos pensamientos» (Mateo 15:19, La Biblia, RV) o cuando mencionó «los pensamientos de su corazón…» (Génesis 6:5, La Biblia, RV). Dios siempre se centra en mirar el corazón del hombre, ya que es ahí donde se concentran los sentimientos del alma y de ahí dependen las buenas y malas acciones. En otras palabras, «tu corazón es el resumen de quién eres».

Cuando Dios nos dice que nos dará un nuevo corazón y quitará el corazón de piedra que tenemos para darnos uno suave y dócil (en otras versiones dice “corazón de carne”), es porque sabe que necesitamos ser trasplantados con el corazón de Jesucristo para tener un cambio en nuestras vidas. 

«Lo mejor de la vida viene en el corazón de nuestro donante: Jesucristo».

Si estás leyendo este devocional y aún no te has decidido a ser cristiano, te pregunto: 

¿Tu corazón está bien con Dios?

Déjame darte un ejemplo: Imagina que tienes un auto viejo el cual, por más que embellezcas por fuera, por dentro sigue siendo viejo y debido a esto cada vez que tengas que salir de paseo, el motor fallará y tendrás que arreglarlo. Esa compostura no durará mucho porque volverá a fallar y tendrás que arreglarlo y así pasará el tiempo de arreglo en arreglo. Lo que realmente necesita ese auto (tu vida) es que le cambien el motor por uno nuevo. Esto se parece a un hombre que promete cambiar, pero al poco tiempo vuelve a lo mismo. Ese hombre no necesita reparaciones, sino un cambio de corazón (porque reparar todo el tiempo cansa).

Dios sabe que el hombre tiene un corazón endurecido y necesita uno nuevo, pero ese cambio implica someternos a un trasplante espiritual; es decir, rendirnos al mejor cirujano celestial para dejar que quite nuestro duro corazón y nos ponga el corazón de Jesucristo. De esta manera, podremos asegurar que nuestras decisiones en la vida serán tomadas con el corazón de Dios.

Ahora bien, como cristianos que ya fuimos renovados por Dios, sabemos que la experiencia del cambio a nuevos hábitos no fue inmediato sino que fue todo un proceso — tal como el «post-operatorio» después del trasplante. Al principio, nuestro temperamento (es decir carácter) nos jugaba en contra, pero nuestro corazón no dejaba de amar a Dios. Es parecido a cuando Pedro y Judas le fallaron a Jesús, en el caso de Pedro lo que lo dominó fue su temperamento pero su corazón nunca dejo de amar a Jesús; sin embargo en el caso de Judas, el problema fue su corazón.

Tener un nuevo corazón es tener también un nuevo espíritu, y todo esto trae consigo nuevos hábitos de vida, propios de nuestro donante: Jesucristo. Poco a poco vamos siendo transformados a una nueva personalidad con nuevos sentimientos que antes eran ajenos a nosotros como sentir misericordia por los que sufren sin Dios.

¿Y qué significa misericordia?

Misericordia viene del latín que significa «Miser», que se traduce como PIEDAD O COMPASIÓN y «Cord o cordis», que se traduce como CORAZÓN. Como hijos de Dios ya no tenemos un corazón de piedra, sino que ahora tenemos un corazón que puede sentir por los demás, tal como nuestro Señor siente por cada uno de nosotros. Entonces poco a poco todo esto va cobrando sentido porque ahora el “Cord” (corazón) se va incrementando en nuestra vida, si ahora somos simpáticos somos “cordiales”, si estamos de acuerdo “concordamos”, si tenemos memoria “recordamos” y te das cuenta de cómo todo comienza a funcionar mejor en tu vida. Dios nos prometió trasplantarnos de corazón porque cuando un hombre carece de un nuevo corazón, lo que tiene es un corazón endurecido; un corazón nuevo trae consigo un espíritu nuevo, y un corazón así puede recibir mejor la Palabra de Dios.

Helen Keller famosa escritora de inicios del siglo XX, fue la primera persona sorda y ciega en obtener un título universitario y fue conocida por ayudar a mejorar la vida de las personas con discapacidad. Ella dijo:

“Las mejores y más hermosas cosas del mundo no se ven ni se tocan, solo se sienten con el corazón”

Dios es el mejor cirujano celestial que sabe lo que necesitamos porque cuando Dios mira nuestros corazones lo está mirando todo y no hay nada que le podamos ocultar porque del corazón emana todos los asuntos de la vida y aunque tengas una educación brillante, solo la condición de tu corazón determinará el rumbo de tu vida.

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Reflexión

“Dios es el único que puede convertir un corazón de piedra en uno suave”

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