
CICATRICES
Por: Daniel Acosta
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Él CORTA de mí toda rama que no produce fruto y PODA las ramas que sí dan fruto, para que den aún más”.
Juan 15:1-2 (Biblia, NTV)
Cortar y podar, ambas acciones generan una misma herida aunque con diferentes propósitos. Cuando un jardinero CORTA una rama es para desecharla, mientras que cuando la PODA es para darle otra oportunidad. El filo de Dios provoca heridas que duelen en el alma, pero que tienen una intención en las hábiles manos del gran jardinero: Dios.
¿Quién de nosotros no tiene por lo menos una cicatriz?
Nuestras cicatrices, son marcas en nuestro cuerpo que cuentan historias que muchas veces nuestros labios no quieren decir. Existe un gran poder en esas marcas, que no solamente dejan huella en el cuerpo, sino también el alma; e incluso algunas de nuestras cicatrices cuentan historias que durante años nos han provocado más lágrimas que una lluvia. Esta analogía que tiene Dios de compararnos con ramas que dan fruto es muy interesante, porque las ramas que no dan fruto son intervenidas por las manos del jardinero, quien hábilmente sabe dónde podar para que la rama vuelva a dar su fruto. Solo el jardinero sabe quitar lo que hace daño a la planta.
¿Alguna vez has sentido la PODA de Dios en tu vida?, ¿puedes identificar sus marcas en ti?
Hay personas que han atravesado eventos difíciles en sus vidas que han dejado huellas en su piel y en sus emociones. Estas circunstancias cambiaron sus vidas y les dejaron enseñanzas de las cuales aprendieron más allá del dolor. No se quedaron en el lamento, sino que lograron florecer y dar fruto.
Como cristianos, ¿realmente queremos crecer espiritualmente?
Si es así, es probable que tengamos que ser podados por Dios para nuestro bien; en cambio, si desaprovechamos la oportunidad de cambiar, seremos CORTADOS y desechados (Romanos 1:24-32).
«Las cicatrices son marcas que cuentan historias de valor o historias que causan más lágrimas que una lluvia».
Ahora bien, imaginemos esta escena:
“En un hospital hay dos camas, en una cama está un hombre enfermo que ora a Dios por ayuda, y en la otra cama está otro hombre que es un malvado que no busca a Dios; ambos sufren el dolor de la misma enfermedad y tienen la oportunidad de ser atendidos por el mejor cirujano que comprende sus dolores. Al salir ambos del quirófano, uno sale transformado y valorando más la vida y a sus seres queridos; pero el malvado no cambia, sino que prefiere seguir viviendo igual”.
Cuando Jesús estuvo en la cruz, a un lado se encontraba un ladrón arrepentido de la vida que había llevado y que pedía su ayuda; mientras que del otro lado estaba otro ladrón que solo siguió insultando. A pesar de que ambos sufrían del mismo dolor, solo uno fue PODADO espiritualmente (le fueron quitados sus pecados) y el otro fue CORTADO espiritualmente (desechado de raíz). Aunque haya personas pasando por lo mismo, no todos desean cambiar, ni siquiera en su lecho de muerte.
Cuando el jardinero poda, lo que hace es remover pedazos de la planta que pueden estar enfermas o dañadas, son esas partes que pueden perjudicar su vida quitando la oportunidad de vivir mejor. De la misma forma ocurre en nuestra vida ¿lo entiendes?, ¿entiendes tus cicatrices?, ¿produjo algún cambio en ti?, ¿te hizo una mejor persona?
En Juan 15:16 cuando se habla de FRUTO, muchos afirman que se refiere a anunciar el mensaje y bautizar personas, pero… eso no garantiza que seas cristiano (Lee Mateo 7:22-23). Ahora bien, como cristianos tenemos un PROPÓSITO y una MISIÓN (amar a Dios y amar al prójimo). Si hacer discípulos es nuestra misión, ¿qué pasa con nuestro propósito?. Nuestro “Propósito” es tener una RELACIÓN con Dios y, esa relación fundada en el amor produce cambios en nosotros (fruto).
Entonces, meditemos sobre la PODA de Juan 15:
¿No crees que probablemente tenga un significado más profundo para nuestro interior?, ¿no será que los frutos que habla se refieren más a los cambios que debemos hacer espiritualmente? Si lo vemos así, nos desafía mucho más (Lee Gálatas 5:22 RVR).
¿Para qué sirve la poda? El objetivo del jardinero es ayudar a la rama a dar fruto, de esta manera retira con su filo todo aquello que le haga daño o impida ser fructífero.
Cuando Jesús habla de fruto siempre lo asocia a lo INTERIOR en nosotros; es decir, a lo ESPIRITUAL y enfatiza la gran importancia de que ese fruto PERMANEZCA en nosotros. Como yo lo veo se trata de un propósito (producto de la relación con Dios) más que de una misión:
“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio…”
Gálatas 5:22-23 (RVR)
“Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento”
Mateo 3:8 (Biblia de las Américas)
Incluso cuando se refirió a la conducta del malvado, Jesús dijo:
“Por sus frutos los conocerán”
Mateo 7:15-20
Esta otra escritura es interesante:
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.
Hebreos 12:11 (Biblia Reina Valera 1960)
Como padres, corregimos a nuestros hijos y vamos podando sus vidas a medida que crecen porque queremos hacer hijos mejores y fructíferos. De la misma manera hace Dios con nosotros, Él espera de nosotros mejores personas cada vez que Él nos poda.
Si pudiéramos preguntarle a la rama “¿Te duele ser podada?” Sin duda respondería que es bastante doloroso. Esto mismo ocurre en nuestras vidas, Dios que es el JARDINERO, tiene la esperanza de que la poda produzca fruto con el tiempo. Así actúa la disciplina del Señor, toda poda deja sus cicatrices.
¿Por qué Dios no borra en mí esas marcas de mi dolor?
Cuando Jesús resucitó y se presentó a sus discípulos, aún llevaba las cicatrices de la tortura que sufrió en la cruz. Él había sanado enfermos, curado leprosos, dado la vista a los ciegos y echado a caminar al inválido… ¿no podría haber borrado las cicatrices de la crucifixión de su cuerpo? ¡Desde luego que sí! Pero prefirió que nos viéramos reflejados en él tanto en su dolor, como en su amor y en la esperanza de una vida mejor. Conservó sus cicatrices por ti, y por mí.
La PODA es necesaria, porque produce cambios en nuestras vidas.
¿Lo entiendes? Mírate y pregúntate «¿dónde están mis cicatrices de poda?»
No hay otra manera de crecer en la vida. Sé que duele pero no te resistas al dolor, sino enfréntalo y deja que Dios pode tu rama mientras sigues unido a Cristo, solo así podrás cambiar, florecer y dar fruto. Esta es la única manera que tiene Dios para extraer de ti todo tu potencial y créeme que al final de los tiempos el regocijo será mutuo entre Dios como JARDINERO y nosotros… como su FRUTO.
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Como duele ser podado pero es necesario para dar fruto. A veces no entendemos a Dios pero él tiene un proposito para cada etapa de nuestra vida. Para hacernos más parecidos a Cristo. Amén