MI NIÑO INTERIOR

Por: Daniel Acosta

«Y dijo:
— Les aseguro que, si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos”.

Mateo 18:3 Dios Habla Hoy (DHH)

Recuerdo ser niño y oír el ruido del motor del auto de mi papá llegando a casa. Podía estar en el mejor momento de mis juegos, pero ese sonido de motor era capaz de cortar mi respiración, abrir mis ojos y levantar mis orejas como las de un doberman en alerta. Mis mejores superhéroes quedaban tirados en el piso junto a los villanos, todos hermanados en una suerte de abandono mientras corría descalzo hacia la puerta diciendo:

¡Llegó papáaaa!

Un simple detalle de papá lo cambia todo ¿no lo creen?: Un cuento, una conversación, una mirada, un abrazo, un regalo, un consejo y hasta una felicitación de papá nos cambia la vida para siempre.

¿Sabes por qué los niños son felices?

Porque ellos viven el PRESENTE INTENSAMENTE. No están pensando en el futuro, ni mucho menos en el pasado (por eso perdonan rápido). Si observas la conducta de un niño frente a un conflicto, verás que no se queda atrapado en lo que pasó porque para él el pasado es algo que terminó. Cuando Jesús nos enseña que debemos volvernos como niños no se refiere a lo físico sino al corazón. El carácter de un niño es alegre, curioso, explorador, aventurero, soñador, apasionado, juguetón y sobre todo posee una capacidad extraordinaria de perdonar. Ellos viven intensamente el HOY y no malgastan su tiempo en el mañana, porque mañana habrá tiempo para ocuparse. Un adulto es diferente, vive su PASADO y se preocupa por el FUTURO, y pierde ese regalo del HOY en esa corta existencia a la que llamamos VIDA.

«Los niños son felices porque viven intensamente
el PRESENTE. Ellos no piensan en el futuro
ni están atrapados en el pasado».

Ahora bien, mi padre también fue un niño alguna vez y esto me lleva a imaginar que si tan solo pudiera explorar de una forma arqueológica en su memoria, tal vez podría encontrar aquello que marcó su niñez y entender cómo ese suceso o palabra quedó fraguado a fuego en la memoria del niño que fue. Quizás de ese modo podría entender cómo ese recuerdo lo acompañó en su adultez y me ayudaría a comprender sus aciertos y errores de la vida. Él también fue niño y vio en su padre al mismo superhéroe que yo veo en él, pero una acción o una palabra de su padre, pudo hacer una diferencia en su vida. Me doy cuenta de la gran responsabilidad que tengo yo al ser padre también, un día me iré en aquel gran viaje eterno del cual ya tengo un boleto impreso con mi nombre y fecha, y lo que deje escrito en la memoria de mis niñas dirá el tipo de padre que fui para ellas.

Si tienes algo que perdonar a tu padre, hazlo como un niño. No permitas que el pasado encierre tu corazón peor que una eterna cuarentena. Puede que haya asuntos del pasado que afectaron tu presente y que recorrer por esos recuerdos te causen dolor en el corazón, pero… es tiempo de resolver, de perdonar, ¿sabes por qué? Porque el amor debe ser más fuerte que las heridas que nos separan. Así como Dios te ama, también él comprende al niño que fue tu padre y lo ama de todas formas. Yo soy padre y me he equivocado muchas veces, ¿acaso mi padre no se equivocó también? Hazle caso a Jesús, vuelve a ser el niño que fuiste y no permitas que te ancle cualquier ideología adulta.

Tenemos un Padre Celestial que nos pide que confiemos en Él como un niño. Piensa en esto: si un padre le dice a su niño “¡Puedes caminar sobre el agua!”, el niño le creerá porque quien se lo dijo es su padre y lo siguiente que hará será poner su piececito sobre el agua listo para caminar. Por otro lado, si esto mismo se le dice a un adulto, éste primero pensará en la física y las leyes de gravedad antes de poner un pie sobre el agua; esto es así porque el adulto perdió la capacidad de confiar en lo EXTRAORDINARIO. Jesús conoce al Padre Celestial y quiere que confiemos en Él como él lo hace, con corazón de niño. Dios es aquel Padre que hizo que sus niños bíblicos pudieran hacer lo EXTRAORDINARIO. Él hizo que Pedro caminara sobre el agua, que Moisés partiera el mar en dos, que unas enormes murallas fueran derribadas con gritos y trompetas y que un esmirriado jovencito pudiese matar a un gigante guerrero solo con el tiro de una piedra.

“Hagámosle caso a Jesús y volvamos
a tener el corazón de niño. No permitas
que te ancle cualquier ideología adulta
que pueda afectar tu corazón”.

Tenemos un Padre Celestial que nos ama como a niños, y lo somos, ¿lo crees así? Él espera que recuperemos el corazón que tuvimos una vez, cuando lo respetábamos y admirábamos como el PADRE CELESTIAL QUE ES. Un padre terrenal no es perfecto — mucho tendrá que ver el pasado que tuvo — pero igual sigue siendo papá y significa mucho para un hijo. Si tu padre aún está vivo: encuéntralo y compréndelo, que no haya cuentas pendientes entre ustedes para que su último tramo en este camino de la vida sea lo más ligero y en paz posible. Si ya se fue entonces “sé un padre con corazón de niño”, pero sé el mejor que puedas porque para todo buen padre siempre habrá un hijo que lo admire y un niño interior que se alegre.

Y por supuesto… “Gracias papá por haberme hecho un niño feliz a tu lado, te recordaré por siempre… adiós, papá”.

Nota: Este devocional fue especial para mí, porque mi padre lo leyó antes de partir. Este es mi homenaje para él.

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Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. leidy.ramirez

    Me gusto mucho tu devocional. Que el Señor nos ayude a ser como niños, vivir el presente, un dia a la vez. Saludos desde Santiago de Chile!

  2. Arena

    Hermoso devocional y mensaje, todos deberíamos tener el corazón de un niño.

  3. Marita

    Qué hermosura! Gracias por compartir estas palabras.

  4. Mónica

    Qué bello devocional Daniel ! DIOS bendiga tu vida y la de tu flia hermosa