LO QUE VIENE DE DIOS, TE ACERCA A DIOS

(Yugos desiguales – Parte 1)

Por Daniel Acosta

“No se unan ustedes en un mismo yugo con los que no creen. Porque ¿qué tienen en común la justicia y la injusticia? ¿O cómo puede la luz ser compañera de la oscuridad?”

2 Corintios 6:14 (La Biblia, versión DHH)

Es una realidad: hay amores que ciegan. Pero la Biblia nos advierte que no todo lo que deseamos nos conviene. No puede haber armonía entre el bien y el mal, entre la justicia y la injusticia, entre la luz y la oscuridad. Algunas versiones bíblicas se refieren a esto como “yugo desigual”.

La metáfora del yugo proviene del ámbito agrícola. El yugo es una barra de madera que se utiliza para unir a dos bueyes para que trabajen juntos, para esto es necesario que los animales sean similares en fuerza y tamaño pues si son muy distintos, no avanzarán al mismo ritmo; el trabajo se volverá difícil e incluso imposible. El “yugo desigual” se refiere a la incompatibilidad.

Debo confesar que por mucho tiempo, no estuve de acuerdo con este pasaje bíblico, porque pensaba que el amor no debía tener condiciones, pero con los años Dios me hizo ver cuán equivocado estaba y cuán sabio es él. Conocer y ver distintos casos  de noviazgos me llevó a comprender su profundidad. El llamado no es solo a evitar relaciones desiguales con personas fuera de la iglesia, sino también a tener discernimiento dentro de ella.

Relación fuera de la iglesia

Un caso bíblico conocido es el de Sansón, que podemos leer en la biblia en el libro de Jueces 14. Él se enamoró de una filistea, lo cual terminó en separación y más adelante se unió a otra mujer llamada Dalila, y el final de esa historia ya lo conocemos (Jueces 16). Sansón prefirió dejarse llevar por el “amor a primera vista”; sin embargo, esa forma de buscar pareja estuvo basado en el impulso, la atracción y el deseo pasajero… no se trató de un amor genuino y lamentablemente al final tuvo consecuencias.

El verdadero amor requiere “tiempo”, porque mientras se van conociendo, también van construyendo lazos que los van vinculando profundamente. Si lees 1 Corintios 13:4-8 notarás que el amor no es sólo un sentimiento sino también acciones. Para aquellos que persisten en tener una relación fuera de la iglesia basado en sus impulsos, les sugiero que lean están dos escrituras:

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos.”

2 Corintios 6:14 (La Biblia, versión RVC 1960)

Sansón respondió a sus padres:

“— Esa muchacha es la que me gusta, y es la que quiero que me consigan como esposa.”

Jueces 14:3 (La Biblia, versión DHH)

Sansón no dijo que aquella mujer lo acercaba más a Dios, ni que era su ayuda idónea. Solo dijo que le gustaba: pura atracción física, sin profundidad ni propósito espiritual, era como querer unir el agua con el aceite. Este tipo de deseos pueden cegarte y hacerte pasar por alto las otras cualidades realmente importantes que una persona debería tener.

Al igual que Sansón, hay cristianos que eligen pareja fuera de la iglesia, creyendo que pueden hacer que su pareja se vuelva a Dios, pero eso es un error. Nadie puede cambiar a otro; solo el Señor puede transformar un corazón, siempre y cuando haya un verdadero arrepentimiento, y esta transformación se tiene que dar antes y no durante la relación. El noviazgo no debe ser una motivación para cambiar, sino un verdadero interés en el Señor. 

«No busques a alguien que necesita ser cambiado, busca a alguien que ya fue cambiado por Dios».

Tal vez alguien diga que conoce casos de personas que sí se convirtieron a la fe de su pareja y fueron grandes líderes; sin embargo, esos casos siempre han sido una minoría, y siempre será un riesgo ir por ese camino. Es mucho más sabio buscar a alguien ya comprometido con Dios, que comparta tu doctrina, principios, valores y visión espiritual.

A lo largo de mi vida cristiana, he conocido creyentes que abandonaron su fe buscando “libertad” y consiguieron una pareja fuera de la iglesia, pero lamentablemente también he visto cómo ese tipo de libertad solo les trajo desorden y vacío en el corazón (Mateo 12:43-45). Sansón fue prueba de ello: él se guiaba por impulsos y emociones, y desobedecía a Dios al unirse con mujeres fuera del pueblo.

Relación en la iglesia

Si en tu caso estás en un noviazgo con un creyente: Recuerda que el noviazgo no es matrimonio. Es un tiempo para conocerse y ver si son compatibles en carácter, visión y forma de enfrentar la vida. No te bases solo en lo exterior, también debes evaluar lo espiritual y emocional antes de comprometer tu vida entera a esa persona. Incluso dentro de la iglesia, hay que tener cuidado con el yugo desigual.

«La verdadera fe no solo se profesa, también se vive».

Aunque Jesús nos llama a ser pescadores para su Reino, hay quienes llegan a la iglesia solo con la intención de “pescar una pareja”, sin un compromiso real con Dios (Mateo 28:18-20). Esas personas permanecen un tiempo, pero luego se alejan, porque nunca amaron verdaderamente a Dios y sus intenciones siempre fueron otras.

He notado también que la persona más atractiva físicamente, no siempre es la más conveniente. La belleza externa se desvanece con el tiempo. Por eso, más allá de lo que se pueda ver exteriormente, también es importante que el interior de esa persona refleje el amor a Dios. Que una persona te atraiga físicamente no está mal, pero lo más importante es saber cómo es interiormente, porque la belleza exterior con el tiempo se pierde, pero lo interior permanece.

“Los encantos son una mentira, la belleza no es más que ilusión, pero la mujer que honra al Señor es digna de alabanza.”

Proverbios 31:30 (La Biblia, versión TLA)

Por esta misma razón, valora más el carácter y no solo la apariencia, encontrar a alguien que refleje los frutos del Espíritu Santo en sus acciones, no es fácil pero vale el esfuerzo. Al final de este devocional te comparto algunos consejos sobre este punto.

Buscando una relación

Si estás por elegir a una persona como tu pareja, hazte estas preguntas:

• ¿El deseo que siento hacia esa persona glorifica a Dios?
• ¿Dios quiere a esa persona para mi vida?
• ¿Esta persona ama a Dios más que a mí?

Incluso si esa persona pertenece a tu iglesia, la respuesta no siempre es inmediata, porque requiere tiempo, oración y observación, examinando el carácter de ambos en distintas situaciones de la vida. Si la persona no comparte tu misma fe y convicciones en el Señor, la respuesta es más que obvia, “son yugos desiguales”. La cantidad de años en la fe no son garantía de la madurez espiritual de la persona; sin embargo – y digo esto no como regla sino como mi opinión personal-,  he notado que quienes tienen más de tres años en la fe son personas que han pasado diferentes pruebas en su fidelidad a Dios y han logrado mantenerse firmes y constantes en su amor y relación diaria con Dios. Pensemos en los tres años que los discípulos de Jesús anduvieron con él, ellos aprovecharon cada día para crecer en madurez alimentándose del maestro y como resultado de ello terminaron siendo grandes hombres de fe. Esto es solo una observación personal, pero tal vez podría serte útil a la hora de elegir esa compañía para toda la vida. Por supuesto, también dependerá de cuán compatibles sean teniendo a Jesús como su roca diariamente. Y te digo más, esto también como opinión personal, existen muchos cristianos comprometidos en diferentes iglesias, solo es cuestión de que amplíes tu confraternidad y descubras que la iglesia de Dios es mucho más grande de lo que puedas imaginar, pero asegúrate que compartan la misma doctrina, fe, amor, principios, valores y compromiso con el Señor. Invítalo a tu iglesia y conoce la de la otra persona, pídele consejo a hermanos maduros en la fe y discernimiento a Dios en oración y él te mostrará.

“Empieza por desarrollar una amistad sólida antes de comprometerte”.

Puede que te cueste aceptar que no hay nada bueno fuera del pueblo de Dios, pero aunque los consejos de Dios te puedan parecer muy duros, créeme que al final son los más sabios porque:

“Más que reglas, Dios nos pone límites para protegernos.”

Consejos:

Para aquellos que inician una relación de noviazgo cristiano:

• Asegúrate de saber qué tipo de amistades tiene.
• Evalúa si es una persona responsable.
• Traten de tener metas en común.
• Cuando tengan una discusión: ¿cómo lo van a afrontar?, ¿estarán de acuerdo en buscar ayuda?

Preguntas importantes que puedes hacerte:

• ¿Cómo me veo con esta persona en el futuro?
• ¿Hacia dónde queremos ir juntos?
• ¿Cómo maneja sus finanzas? (y este no es un tema menor)

Finalmente, las decisiones siempre serán tuyas, pero recuerda: Dios no impone, él te aconseja para protegerte. Tampoco la iglesia te obliga, solo te aconseja porque la responsabilidad de decidir siempre será tuya. Sansón falló porque no incluyó a Dios en sus decisiones. Encontrar la pareja ideal no es solo una cuestión de sentimientos, también implica pensar, orar y buscar consejo. Incluso Salomón, el hombre más sabio, tuvo consejeros.

Si consideras los consejos de Dios, te darás cuenta de si esa persona es o no la ideal para ti, porque todo lo que viene de Dios te acercará más a él. Una pareja que ama a Dios, te ayudará a crecer más y mejor en el amor.No te conformes con una relación que te roba la paz y debilita tu fe en el Señor. Si pones a Dios en el centro y en sus planes está que un día te cases, sin duda él te guiará hacia una relación sana, firme y con propósito. Espera en él, ora con fe y no olvides que: lo que viene de Dios te acerca a Dios.

En el próximo devocional hablaremos sobre los yugos desiguales en el matrimonio.

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Reflexión

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